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Estuvimos en un 8º piso desde donde podías ver el Palacio Real de refilón junto con la salida de incendios del hotel... Al menos el ascensor funcionaba.
El trato del personal en recepción no pudo ser más decepcionante. No tuvieron la más mínima intención de ser de ninguna ayuda, eso sí, sonrisa postiza y maneras como aquellas de los ¨botones¨de los años 50. Sólo les faltaba los guantes blancos y la gorrilla de gendarme. A cualquier petición te respondían dándote largas y/o lamentando lo lleno que estaba el hotel (ya quisieran.. apenas vimos un alma). Ningún tipo de hospitalidad. Sin cama de matrimonio, a pesar de haberla solicitado en la reserva con semanas de antelación. La habitación limpia a primera vista pero mejor no mires de cerca. Las camas muy incómodas, parecían sacos de latas! Desde luego, NO es lo que esperas por semejante precio. En general es un sitio bastante desagradable.
Calidad/Precio.
el aparcamiento del coche
el baños en recepcion